martes, 8 de julio de 2008

“Los Transformers me han ayudado a que la vida no me aplaste”.


José Schott explica las vertientes filosóficas derivadas de los camiones-robot.


Por J. Morales Las Últimas Noticias. Lunes 2 de julio de 2007

Cuando José Schott se topa con manifestaciones de maldad y desesperanza, piensa en Optimus Prime. “Él es bueno y piensa en los demás”, se consuela, mientras contempla con cierta devoción mística su Optimus Prime miniatura, uno de los 300 de su colección privada de la serie “Transformers”, aquellos legendarios dibujos animados de camiones y autos-robot cuya película se estrenara el 19 de julio.

“Los Transformers han sido muy importantes en mi vida. Me han ayudado a mantener al niño que llevo dentro, para que la vida no me aplaste”, agrega.

Pocos han tenido la sabiduría suficiente para entender la filosofía de José. Sin ir más lejos, cita como ejemplo a sus padres: “A ellos nunca les gustó mi afición por los Transformers. Me decían que nunca iba a madurar. Ni siquiera hoy han cambiado de opinión, a pesar de que estoy casado hace 5 años, hace 13 que trabajo y que ya tengo mi casa propia. En las reuniones familiares el tema está vetado. No se habla porque si no, hay pelea. Por supuesto que encontré a mi esposa que también le gustan los monitos”.

Así las cosas, “Transformers”, la película, viene a significar la culminación de su credo, algo así como la llegada de un Mesías robótico. “He transmitido tanto con la película que a mis amigos los tengo chatos de tanto hablar del asunto. Significa mucho para mí. Lo único malo es que justo coincide con el aniversario de mi matrimonio. No sé cómo compatibilizar la fecha”, agrega.

La vida de Daniel Cabrera también ha sido influida profundamente por estos monitos mecanizados. A tanto llegó su afición que junto a otros fanáticos fundó la comunidad Transformerschile.cl. “Yo soy Metroprex”, dice, “porque es un robot grande y yo también soy harto grande. En Copiapó, de hecho, me llamaban Pititore (a propósito del circense futbolista Pititore Cabrera), pero cuando supieron de mi afición por estos monitos, me pusieron Pititromex. Es lo máximo”, dice.










Pos Data: ¿Alguien todavía cree que los dibujos animados son sólo “monitos”?

Eso da para mucho, así que si alguien quiere saber, que pregunte.
Resulta que quienes los critican, son los mismos que se escudan en la “experiencia”, cuando la experiencia les patea el culo.

De hecho, es lo que más le gusta hacer con los estúpidos.

domingo, 6 de julio de 2008

MOMENTO DE DEFINICIÓN.


¿Cuál es la diferencia entre una decisión ética difícil y un momento de definición? Una decisión ética normalmente implica elegir entre dos opciones: una que sabemos que es correcta y otra que sabemos que es incorrecta. Sin embargo un momento de definición es un desafío mucho mayor, nos hace elegir entre dos o más ideales en los que creemos profundamente. Tales desafíos rara vez tienen una respuesta “correcta”. Más bien, son situaciones creadas por las circunstancias que nos piden dar un gran paso hacia delante y, en palabras del filósofo norteamericano John Dewey, “nos forman, revelan y ponen a prueba”. Formamos nuestro carácter en los momentos de definición, porque nos comprometemos con líneas de conducta irrevocables que dan forma a nuestras identidades personales y profesionales. Revelamos algo de nuevo sobre nosotros a nosotros mismos ya a los demás, porque los momentos de definición descubren algo que ha estado oculto, o cristalizan algo que sólo conocíamos parcialmente. Y nos ponemos a prueba, porque descubrimos si verdaderamente vivimos de acuerdo con nuestros ideales personales o solamente los alabamos sin cumplirlos.
Para convertirse en líderes, los directivos necesitan transformar sus valores personales en acciones intencionadas.

Joseph Badaracco, jr.

jueves, 29 de mayo de 2008

INTRODUCCIÓN AL CONTACTO GALÁKTIKO

III

Un tema estándar de la ficción científica y de la literatura sobre ovnis es suponer que los extraterrestres son más o menos capaces de lo mismo que nosotros. Quizás disponen de un tipo distinto de nave espacial o de un cañón de rayos, pero en las batallas –y a la ficción científica le gusta describir batallas entre civilizaciones– ellos y nosotros estamos más o menos igualados. De hecho es casi imposible que dos civilizaciones galácticas entren en interacción al mismo nivel. En cualquier enfrentamiento una de ellas dominará de modo absoluto a la otra. Un millón de años son muchos años. Si llegara una civilización avanzada a nuestro sistema solar, seríamos totalmente impotentes ante ella. Su ciencia y tecnología superarían en mucho a la nuestra. Es inútil preocuparse sobre las posibles intenciones malévolas de una civilización avanzada con la cual podríamos entrar en contacto. Es muy probable que el sólo hecho de que hayan sobrevivido tanto tiempo, demuestra que han aprendido a vivir con ellos mismos y con los demás. Quizás el miedo a un contacto extraterrestre sea una simple proyección de nuestro retraso, una expresión de nuestra consciencia culpable ante nuestra historia pasada: los estragos causados en civilizaciones que estaban sólo algo más atrasadas que las nuestras. Recordemos a Colón y los arawaks, a Cortés y los aztecas, incluso el destino de los tlingit en las generaciones posteriores a La Pérouse. Lo recordamos y nos preocupamos. Pero si una armada interestelar aparece en los cielos, yo predigo que será muy acomodaticia.
Es mucho mas probable un tipo de contacto muy diferente: el caso que ya hemos discutido en el cual nosotros recibimos un mensaje rico y complejo, probablemente por radio, procedente de otra civilización en el espacio, pero co la cual y, por lo menos, durante un tiempo no entramos en contacto físico. En este caso la civilización transmisora no dispone de los medios para saber si hemos recibido el mensaje. Si encontramos el contenido ofensivo o atemorizador, no estamos obligados a contestar. Pero si el mensaje contiene información valiosa, las consecuencias para nuestra civilización serán asombrosas: penetrar en la ciencia y la tecnología de los extraterrestres, su arte, música, política, ética, filosofía y religión, y, sobre todo, conseguir una desprovincialización profunda de la condición humana. Veremos qué cosas más son posibles.
Creo que la comprensión del mensaje interestelar será la parte más fácil del problema, porque compartiremos ideas científicas y matemáticas con cualquier otra civilización. La parte difícil será convencer al Congreso de los EE.UU. o al Consejo de ministros de la U.R.S.S de que de fondos para la búsqueda de inteligencias extraterrestres[1]. Quizás las civilizaciones puedan dividirse en dos grandes categorías: en una de ellas los científicos no consiguen convencer a los no científicos para que autoricen la búsqueda de inteligencias extraterrestres, y las energías se dirigen exclusivamente hacia dentro, nadie pone en duda las percepciones convencionales y la sociedad titubea y se repliega abandonando las estrellas; y en la otra categoría es aceptada ampliamente la visión del contacto con otras civilizaciones y se emprende una búsqueda de gran envergadura.
Ésta es una de las pocas empresas humanas en la cual incluso un fracaso es un éxito. Si lleváramos a cabo una búsqueda rigurosa de señales de radio extraterrestres que abarcara millones de estrellas y, al final, no oyéramos nada, podríamos concluir diciendo que las civilizaciones galácticas son como máximo muy raras, y calibraríamos nuestro lugar en el universo. El hecho demostraría elocuentemente lo raros que son los seres vivientes de nuestro planeta, y subrayaría de un modo inigualado en la historia humana el valor individual de cada ser humano. Si tuviéramos éxito, la historia de nuestra especie y de nuestro planeta cambiaria para siempre.
Sería fácil para los extraterrestres hacer un mensaje interestelar artificial carente de ambigüedad. Por ejemplo, los primeros números primos, los números que sólo son divisibles por ellos mismos y por la unidad son: 1, 2, 3, 5, 7, 11, 13, 17, 19, 23. Es muy improbable que cualquier proceso físico natural pueda transmitir mensajes de radio que sólo contenga números primos. Si recibiéramos un mensaje de este tipo, deduciríamos que allí afuera hay una civilización que, por lo menos, se entusiasma con los números primos. Pero el caso más probable es que la comunicación interestelar sea una especie de palimpsesto, como los palimpsestos de antiguos escritores que no disponían de papiro o piedra suficiente y sobreponían sus mensajes a los ya existentes. Quizás en una frecuencia adyacente o con un ritmo más rápido habrá otro mensaje que será una especie de texto elemental, de introducción al lenguaje del discurso interestelar. El texto elemental se ira repitiendo una y otra vez, porque las civilización transmisora no sabrá en absoluto cuándo empezaremos a sintonizar el mensaje. Y luego; a un nivel más profundo del palimpsesto, por debajo de la señal de sintonía y del texto elemental, habrá el mensaje real. La tecnología de la radio permite que este mensaje sea increíblemente rico. Quizás cuando lo sintonicemos nos encotraremos a mitad del volumen 3.267 de la Encyclopaedia Galáctica.
Descubriremos entonces la naturaleza de otras civilizaciones. Habrá muchas, compuestas cada cual por organismos asombrosamente diferentes de cualquier organismo de nuestro planeta. Su visión del universo sea algo distinta. Tendrán diferentes funciones artísticas y sociales. Estarán interesados en cosas que nunca imaginamos. Al comparar nuestro conocimiento con el suyo, creceremos de modo inmenso. Y después de distribuir la información recién adquirida dentro de la memoria de una computadora, estaremos en disposición de ver qué tipo de civilización vivió en qué lugar de la Galaxia. Imaginemos una gran computadora galáctica, un almacén de información, más o menos al día, sobre la naturaleza y actividades de todas las civilizaciones de la galaxia Vía Láctea, una gran biblioteca de la vida en el Cosmos. Quizás entre las materias contenidas en la Encyclopaedia Galáctica haya un conjunto de resumes sobre estas civilizaciones, con una información enigmática, tentadora, evocativa, incluso después de haber conseguido traducirla.
Al final, y después de haber esperado todo el tiempo que hubiésemos querido, nos decidiéramos a contestar. Transmitiríamos alguna información sobre nosotros –sólo lo básico para empezar– que sería el inicio de un largo dialogo interestelar, dialogo que nosotros empezaríamos, pero que, a causa de las vastas distancias del espacio interestelar y de la velocidad finita de la luz, sería continuado por nuestros remotos descendientes. Y algún día, en un planeta de una estrella muy distante, un ser muy diferente de nosotros solicitará un ejemplar de la última edición de la Encyclopaedia Galáctica y recibirá un poco de información sobre la última sociedad que entró en la comunidad de civilizaciones galácticas.


Carl Sagan.
El más maya de todos los astrónomos occidentales.
[1] O a otros organismos nacionales. Consideremos esta declaración de un portavoz del departamento británico de Defensa reproducida por el Observer de Londres el 26 de febrero de 1978: “Cualquier mensaje trasmitido desde el espacio exterior está bajo la responsabilidad de la BBC y del Post Office. A ellos corresponde la responsabilidad de detectar las emisiones ilegales”.

miércoles, 7 de mayo de 2008

SUPERCALDERA EN EL SUR CHILENO.


Me temo que se está formando una supercaldera en el sur chileno. La cual comenzó a manifestar con el nacimiento del volcán submarino que causó el terremoto de Aysén y ahora en la erupción del volcán Chaitén.
Sólo podemos esperar que empeore la situación, tal como lo han mostrado los documentales exhibidos en TVN referentes a otras famosas supercalderas, como la de Yelowstone.
Lo más gracioso es que esto lo saben las empresas hidroeléctricas y aún así insisten en realizar el ecocidio de HidroAysén. Esto habla de la complicidad entre políticos y privados para seguir con un proyecto totalmente inviable.

Pos data sólo para quienes saben sobre la intervención ET en el planeta:
Están liberando presión para evitar algo peor. No quieren que despertemos sólo para morir. Literalmente: ¡Arrepentios! El reino de Diosa está a la vuelta de cuatro años.

jueves, 13 de marzo de 2008

INTRODUCCIÓN AL CONTACTO GALÁKTIKO II.


El legado de Aristarco es éste: ni nosotros ni nuestros planetas disfrutamos de una posición privilegiada en la naturaleza. Desde entonces esta intuición se ha aplicado hacia lo alto, hacia las estrellas y hacia nuestro entorno, hacia muchos subconjuntos de la familia humana, con gran éxito y una oposición invariable. Ha causado grandes avances en astronomía, física, biología, antropología, economía y política. Me pregunto si su extrapolación social es una razón principal que explica los intentos para suprimirla.
Descubrimos que vivimos en un planeta insignificante de una estrella ordinaria perdida entre dos brazos espirales en las afueras de una galaxia que es un miembro de un cúmulo poco poblado de galaxias arrinconado en algún punto perdido de un universo [en continua y rápida expansión] en el cual hay muchas más galaxias que personas. Esta perspectiva es una valerosa continuación de nuestra tendencia a construir y poner a prueba modelos mentales de los cielos; el Sol en forma de piedra al rojo vivo, las estrellas como llamas celestiales y la galaxia como el espinazo de la noche.
Desde Aristarco, cada paso en nuestra investigación nos ha ido alejando del escenario central del drama cósmico... Hay quien deplora secretamente estos grandes descubrimientos, porque considera que cada paso ha sido una degradación, porque en lo más íntimo de su corazón anhela todavía un universo cuyo centro, foco y fulcro sea la Tierra. Pero para poder tratar con el Cosmos primero tenemos que entenderlo, aunque nuestras esperanzas de disfrutar de un status preferencial conseguido de balde se vean contravenidas en el mismo proceso. Una condición previa esencial para mejorar nuestra vecindad es comprender dónde vivimos. También ayuda saber el aspecto que presentan otros barrios. Si deseamos que nuestro planeta sea importante hay algo que podemos hacer para contribuir a ello. Hacemos importante a nuestro mundo gracias al valor de nuestras preguntas y a la profundidad de nuestras respuestas.
Explorar es algo propio de nuestra naturaleza. Empezamos como un pueblo errante, y todavía lo somos. Estuvimos demasiado tiempo en la orilla del océano cósmico. Ahora estamos a punto de zarpar hacia las estrellas.

En la gran oscuridad cósmica hay incontables estrellas y planetas más jóvenes y más viejos que nuestro sistema solar. Aunque, por ahora, no podamos estar seguros de ello, los mismos procesos que provocaron la evolución de la vida y de la inteligencia en la Tierra tendrían que estar actuando en todo el Cosmos. Es posible que, sólo en la galaxia Vía Láctea, haya un millón de mundos habitados por seres muy diferentes de nosotros y mucho más avanzados. Saber muchas cosas no es lo mismo que ser inteligente; la inteligencia no es solamente información, sino también juicio, la manera de coordinar y hacer uso de la información. A pesar de todo, la cantidad de información a la que tenemos acceso es un índice de nuestra inteligencia. La medida, la unidad de información, es algo llamado BIT (digito binario). Es una respuesta –sí o no– a una pregunta no ambigua. Para determinar si una lámpara está encendida o apagada se necesita un único BIT de información. Para designar una de las veintiséis letras del alfabeto latino se necesitan cinco bits (25= 2x2x2x2x2= 32, que es más que 26). El contenido de información verbal de este libro es algo inferior a diez millones de bits, 107. El número total de bits que caracteriza un programa de televisión de una hora de duración es de unos 1012. La información en forma de palabras e imágenes de los diferentes libros de todas las bibliotecas de la Tierra es de unos 1016 ó 1017 bits[1]. No hay duda de que mucha de esta información es redundante. Una cifra así calibra de modo basto lo que los hombres saben. Pero en otros lugares, en otros mundos, donde la vida ha evolucionado miles de millones de años antes que en la Tierra, quizás sepan 1020 bits o 1030, y no más información, sino una información significativamente distinta.

Pueden haber muchas motivaciones para ir a las estrellas. Si nuestro Sol o una estrellas próxima estuviera a punto de convertirse en supernova, un programa importante de vuelos espaciales interestelares podría convertirse de repente en algo atractivo. Si estuviéramos muy avanzados y se descubriera que le núcleo galáctico iba a estallar de modo inminente, podría generarse incluso un interés serio por el vuelo espacial transgaláctico o intergaláctico. Estos fenómenos cósmicos violentos ocurren con la suficiente frecuencia para que no sean raras las civilizaciones nómadas viajeras del espacio. Incluso así, su llegada a nosotros continúa siendo improbable.

¿Cómo explicaríamos la carrera global de armas (nucleares) a un observador extraterrestre desapasionado? ¿Cómo justificaríamos los desarrollos desestabilizadores más recientes de los satélites matadores, las armas con rayos de partículas, lásers, bombas de neutrones, misiles de crucero y la propuesta de convertir áreas equivalentes a pequeños países en zonas donde esconder misiles balísticos intercontinentales entre centenares de señuelos? ¿Afirmaremos que diez mil cabezas nucleares con sus correspondientes objetivos pueden aumentar nuestras perspectivas de supervivencia? ¿Qué informe presentaríamos sobre nuestra administración del planeta Tierra? Hemos oído las racionalizaciones que aducen las superpotencias nucleares. Sabemos quien habla en nombre de las naciones. Pero, ¿quién habla en nombre de la especie humana? ¿Quién habla en nombre de la Tierra?

Si las civilizaciones tienden a destruirse poco después de alcanzar la fase tecnológica, quizás no haya nadie con quien podamos hablar aparte de nosotros mismos, y esto no lo hacemos de modo muy brillante. Las civilizaciones tardarían en nacer miles de millones de años de tortuosa evolución, y luego se volatilizarían en un instante imperdonable de negligencia... [Entonces] en cualquier momento dado sólo habría una reducida cantidad, un puñado, una miseria de civilizaciones técnicas en la Galaxia, y su número se mantendría continuamente [bajo] a medida que las sociedades emergentes sustituirían a las que acaban de autoinmolarse.
Pero consideremos la alternativa, la perspectiva de que por lo menos algunas civilizaciones aprendan a vivir con una alta tecnología [capaz de la autodestrucción total]; que las contradicciones planteadas por los caprichos de la pasada evolución cerebral se resuelvan de modo consciente y no conduzcan a la autodestrucción; o que, aunque se produzcan perturbaciones importantes, queden invertidas en los miles de millones de años siguientes de evolución biológica. Estas sociedades podrían vivir hasta alcanzar una próspera vejez, con unas vidas que se medirían quizás en escalas temporales evolutivas de tipo geológico o estelar. Si el uno por ciento de las civilizaciones pueden sobrevivir a su adolescencia tecnológica, escoger la ramificación adecuada en este punto histórico crítico y conseguir la madurez, entonces..., el número de civilizaciones existentes en la Galaxia es de millones. Por lo tanto, si bien nos preocupa la posible falta de confianza en la estimación de los primeros factores de la ecuación de Drake, que dependen de las astronomía, la química orgánica y la biología evolutiva, la principal incertidumbre afecta a la economía, la política y lo que en la Tierra denominamos “naturaleza humana”. Parece bastante claro que si la autodestrucción no es el destino predominante de las civilizaciones galácticas, el cielo está vibrando suavemente con mensajes de las estrellas.
Los encuentros benevolentes no han sido lo normal en la historia humana, cuando los contactos transculturales han sido directos y físicos, cosa muy diferente de la recepción de una señal de radio, un contacto tan suave como un beso.
Si algún día entramos en contacto con una civilización extraterrestre más avanzada, ¿será el encuentro esencialmente pacífico, aunque poco intenso, o será otro prototipo más terrible, en el cual la sociedad algo más avanzada destruye a la sociedad técnicamente más atrasada?

No esperamos encontrar una civilización técnica avanzada en ningún otro planeta de nuestro sistema solar. Si estuviera atrasada sólo un poco con relación a nosotros –por ejemplo 10.000 años– no dispondría de ningún tipo de tecnología avanzada, si estuviera un poco más avanzada que nosotros –que estamos explorando ya el sistema solar– sus representantes deberían estar ya entre nosotros.

Somos, necesariamente, la sociedad técnica más atrasada de la Galaxia. Una sociedad más atrasada ya no dispondría de radioastronomía. Si la triste experiencia del conflicto cultural en la Tierra fuera la norma en la Galaxia, parece que nos tendrían que haber destruido ya, quizás después de expresar una cierta admiración por Shakespeare, Bach y Vermeer. Pero no ha sido así. Quizás las intenciones de los extraterrestres son de una benignidad a toda prueba, más afín a La Pérouse que a Cortés. ¿O quizás, a pesar de todas las pretensiones sobre ovnis y antiguos astronautas, nuestra civilización no ha sido descubierta todavía?
Por una parte hemos afirmado que si hay una fracción, incluso pequeña, de civilizaciones técnicas que aprenden a vivir consigo mismo y con sus armas de destrucción masiva, tendría que haber actualmente un número enorme de civilizaciones avanzadas en la Galaxia. Tenemos ya vuelos interestelares lentos, y pensamos que el vuelo interestelar rápido es un objetivo posible de la especie humana. Por otra parte afirmamos que no hay pruebas creíbles sobre visitas a la Tierra, ahora o antes. ¿No es esto una contradicción? Si la civilización más cercana está, digamos, a unos 200 años luz de distancia, se necesitan sólo 200 años para ir hasta allí a una velocidad cercana a la de la luz. Incluso a un uno por ciento de la velocidad de la luz, los seres procedentes de civilizaciones cercanas podrían haber llegado durante la tenencia de la Tierra por la Humanidad. ¿Por qué no están aquí? Hay muchas respuestas posibles. Quizás somos los primeros, aunque esto está en contradicción con la herencia de Aristarco y Copérnico. Alguna civilización técnica tiene que ser la primera en emerger en la historia de la Galaxia. Quizás estamos equivocados al creer que hay por lo menos alguna civilización que evita la autodestrucción. Quizás haya algún problema imprevisto que se opone al vuelo espacial; aunque a velocidades muy inferiores a las de la luz parece difícil entender en qué consistiría un impedimento de este tipo. O quizás estén ya aquí, pero ocultos por respeto a alguna Lex Galáctica, a alguna ética de no interferencia con civilizaciones emergentes. Podemos imaginárnoslos curiosos y desapasionados, observándonos, como nosotros observaríamos un cultivo bacteriano en un plato de agar, preguntándose si también en éste año conseguiremos evitar la autodestrucción.

Ninguna civilización puede probablemente sobrevivir a una fase de viajes espaciales si no limita antes su número. Cualquier sociedad con una notable explosión de población se vera obligada a dedicar todas sus energías y su habilidad técnica a alimentar y cuidar de la población de su planeta de origen. Esta conclusión es muy potente y no se basa en absoluto en la idiosincrasia de una civilización concreta. En cualquier planeta, sea cual fuere su biología o su sistema social, un aumento exponencial de población se tragará todos los recursos. En cambio, toda civilización que se dedique a una exploración y colonización interestelar seria tiene que haber practicado durante muchas generaciones un crecimiento cero de población o algo muy próximo a él. Pero una civilización con un ritmo lento en el crecimiento de su población, necesitará largo tiempo para colonizar muchos mundos, aunque después de encontrar algún fértil Edén se levanten las restricciones que impiden un crecimiento rápido de la población.
Mi colega William Newman y yo hemos calculado que si hubiese emergido hace un millón de años una civilización de viajeros espaciales con un ritmo de crecimiento lento de la población a doscientos años luz de distancia y se hubiese extendido hacia el exterior colonizando en su camino los mundos adecuados, hasta ahora no estarían entrando sus naves estelares de exploración en nuestro sistema solar. Si la civilización más próxima es más joven de lo indicado, todavía no nos habrían alcanzado. Una esfera de doscientos años luz de radio contiene 200.000 soles y quizás un número comparable de mundos de posible colonización. Nuestro sistema solar sería descubierto accidentalmente, si el proceso sigue un desarrollo normal, después de haberse colonizado 200.000 más, y entonces se comprobaría que contiene una civilización indígena.
¿Qué significa que una civilización tenga un millón de años de edad? Tenemos radiotelescopios y naves espaciales desde hace unas cuantas décadas; nuestra civilización técnica tiene unos cuantos centenares de años de edad, las ideas científicas de tipo moderno unos cuantos milenios, los seres humanos evolucionaron en este planeta hace sólo unos millones de años. Si una civilización sigue un ritmo semejante en cierto modo a nuestro actual progreso técnico, una edad de millones de años significa estar mucho más avanzados de nosotros que nosotros de un bebe bosquimano o de un macaco. ¿Podríamos captar siquiera si presencia? ¿Estaría interesada en la colonización o en el vuelo interestelar una sociedad que nos llevara un millón de años de adelanto? La gente tiene su vida limitada en el tiempo por algún motivo. Un progreso enorme en la ciencias biológicas y medicas permitiría descubrir este motivo y aplicar los remedios correspondientes. ¿Es posible que la razón de nuestro interés por el vuelo espacial sea que nos permite, en cierto modo, perpetuarnos más allá de nuestras vidas limitadas? ¿Podría una civilización compuestas por seres fundamentalmente inmortales considerar la exploración interestelar como algo, en el fondo, propio de niños? Quizás todavía no nos han visitado, porque las estrellas están esparcidas de modo tan abundante en las profundidades del espacio que una civilización próxima, antes de llegar, ya ha alterado sus motivaciones exploradoras o ha evolucionado dando formas que no podemos detectar.


[1] Por lo tanto, todos los libros del mundo no contienen más información que la emitida en video en una sola ciudad americana importante en un solo año. Pero no todos los bits tienen igual valor.

sábado, 1 de marzo de 2008

INTRODUCCIÓN AL CONTACTO GALÁKTIKO.




El cielo ha sido fundado,
La Tierra ha sido fundada,
¿Quién ha de vivir ahora, oh dioses? Crónica azteca, La historia de los Reinos

"¿Tú qué eres? ¿De dónde viniste?
Nunca vi nada semejante a ti".
El cuervo Creador miró al hombre y...
se sorprendió de que este extraño ser fuera tan parecido a él. Mito esquimal de la Creación

¿Has abrazado el conjunto de la Tierra?
¿Por dónde se va a la morada de la luz,
y dónde residen las tinieblas...?

¿Conoces las leyes del cielo?
¿Puedes establecer su función en la tierra? Job

¿Por qué motivo tendría que ocuparme en buscar los secretos de las estrellas si tengo continuamente ante mis ojos a la muerte y a la esclavitud? Pregunta planteada a Pitágoras por Anaxímenes
600 a. de. C. aprox., según Montaigne

Al mundo entero –agregó nuestro Padre Sol–, doy mi luz y mi resplandor; doy calor a los hombres cuando tienen frío; hago que sus campos fructifiquen y que su ganado se multiplique; cada día que paso doy la vuelta al mundo para estar más enterado de las necesidades del hombre y para satisfacer estas necesidades. Seguid mi ejemplo.
Mito inca incluido en los Comentarios reales,
de Gracilazo de la Vega, 1556
Johannes Kepler:
No nos preguntamos qué propósito útil hay en el canto de los pájaros, cantar es su deseo desde que fueron creados para cantar. Del mismo modo no debemos preguntarnos por qué la mente humana se preocupa por penetrar los secretos de los cielos... La diversidad de los fenómenos de la Naturaleza es tan grande y los tesoros que encierran los cielos tan ricos, precisamente para que la mente del hombre nunca se encuentre carente de su alimento básico.

La Divina Providencia nos ha concedido un observador tan diligente en la persona de Tycho Brahe que sus observaciones condenan este... cálculo a un error de ocho minutos; es cosa buena que aceptemos el regalo de Dios con ánimo agradecido... Si yo hubiera creído que podíamos ignorar esos ocho minutos hubiera apañado mi hipótesis de modo correspondiente. Pero esos ocho minutos, al no estar permitido ignorarlos, señalaron el camino hacia una completa reforma de la astronomía.

Con esta sinfonía de voces el hombre puede tocar la eternidad del tiempo en menos de una hora, y puede saborear en una pequeña medida el deleite de Dios, Artista Supremo... Me abandono libremente al frenesí sagrado... porque la suerte está echada y estoy escribiendo el libro; un libro que será leído ahora o en la posteridad, no importa. Puede esperar un siglo para encontrar un lector, al igual que Dios mismo esperó 6.000 años para tener un testigo.
Johannes Kepler Mysterium Cosmographicum

Kepler creía que dentro de esta "sinfonía de voces", la velocidad de cada planeta corresponde a ciertas notas de la escala musical latina popular en su época: do, re, mi, fa, sol, la si, do.
En la armonía de las esferas, los tonos de la Tierra son, según él, fa y mi, y la Tierra está siempre canturreando fa y mi, notas que corresponden directamente a la palabra latina "hambre" [de la raíz latina fami, proviene la palabra famélico: hambriento. Nota del transcriptor]. Decía, no sin razón, que esa única y lúgubre palabra era la mejor descripción de la Tierra.
Su epitafio, que él mismo compuso, reza: "Medí los cielos y ahora mido las sombras. Mi mente tenía por límites los cielos, mi cuerpo descansa encerrado en la Tierra"... Si hubiera que erigirle hoy una estela podría rezar, en honor a su coraje científico: "Prefirió la dura verdad a sus ilusiones más queridas".
Johannes Kepler confiaba en que un día existirían naves celestes con velas adaptadas a los vientos del cielo, "navegando por el firmamento llenas de exploradores que no temerían a la inmensidad del espacio".
Kepler y Newton representan una transición crítica en la historia de la humanidad, el descubrimiento de que hay leyes matemáticas bastante simples que se extienden por toda la naturaleza; que las mismas reglas son válidas tanto en la Tierra como en los cielos; y que hay una resonancia entre nuestro modo de pensar y el funcionamiento del mundo. Ambos respetaron inflexiblemente la exactitud de los datos observacionales, y la gran precisión de sus predicciones sobre el movimiento de los planetas proporcionó una prueba convincente de que los hombres pueden entender el Cosmos a un nivel insospechadamente profundo. Nuestra moderna civilización global, nuestra visión del mundo y nuestra exploración del Universo tienen una deuda profunda para con estas concepciones. Carl Sagan

Christiaan Huygens:

Podemos ascender por encima de esta Tierra insípida, y contemplándola desde lo alto considerar si la Naturaleza ha volcado sobre esta pequeña mota de polvo todas sus galas y riquezas. De este modo, al igual que los viajeros que visitan otros países lejanos, estaremos más capacitados para juzgar lo que se ha hecho en casa, para poderlo estimar de modo real, y dar justo valor a cada cosa. Cuando sepamos que haya una multitud de Tierras tan habitadas y adornadas como la nuestra, estaremos menos dispuestos a admirar lo que este nuestro mundo llama grandeza y desdeñaremos generosamente las banalidades en las que deposita su afecto la generalidad de los hombres. Los mundos celestiales descubiertos

Un hombre que opine como Copérnico, que esta tierra nuestra es un planeta conducido alrededor del Sol y alumbrado por él como los demás, no podrá evitar que le asalte alguna vez la fantasía... de que el resto de los planetas tienen su propio vestido y su mobiliario, incluso unos habitantes, al igual que esta tierra nuestra... Pero siempre podíamos concluir diciendo que no valía la pena examinar lo que la naturaleza se había complacido hacer allí, ya que no había probabilidad alguna bastante seriamente sobre este tema (y no es que me considere un observador más fino de aquellos grandes hombres [del pasado], sino que he tenido la suerte de vivir después de la mayoría de ellos), cuando pensé que este examen no era tan impracticable ni el campo tan lleno de dificultades, sino que dejaba un margen muy bueno para posibles conjeturas.
Sé que algunos dirán que soy demasiado atrevido con estas afirmaciones sobre los planetas, y que subimos allí a través de muchas probabilidades, y si por casualidad una de ellas es falsa y contraria a lo supuesto, arruinaría como un mal fundamento todo el edificio, y lo haría caer por los suelos. Pero... si suponemos, tal como hicimos, que la Tierra es uno de los planetas, de dignidad y honor igual al resto, ¿quién se atrevería a decir que no puede encontrarse en otro lugar nadie que disfrute del glorioso espectáculo de las obras de la naturaleza? ¿O que si hubiese otros espectadores que nos acompañan, nosotros deberíamos ser los únicos que han entrado a fondo en sus secretos y su conocimiento?
Qué vastitud la de estos orbes y qué poco considerable es comparada con ellos la Tierra, el teatro sobre el cual se juegan todos nuestros poderosos designios, todas nuestras navegaciones, y todas nuestras guerras. Una consideración muy pertinente, y materia de reflexión para los reyes y príncipes que sacrifican las vidas de tantas personas, sólo para halagar su ambición y convertirse en dueños de algún lamentable rincón de este pequeño lugar.
¿Es posible ahora mirar a lo alto y comparar estos sistemas (los de Júpiter y Saturno) sin quedar asombrado ante la gran magnitud y nobles acompañantes de estos dos planetas con respecto a nuestra pequeña y lastimosa Tierra? ¿O puede alguien obligarse a pensar que el sabio creador ha puesto aquí a todos sus animales y plantas, que se ha dedicado únicamente a proveer y adornar este lugar, y que ha dejado aquellos mundos, que podrían adorarlo y venerarlo, desnudos y privados de habitantes; o que todos estos cuerpos prodigiosos se hicieron únicamente para parpadear y para que los estudiaran quizás unos cuantos de nosotros, pobres seres?... Es imposible dejar de pensar que teniendo estos inviernos tan pesados, su modo de vida ha de ser muy distinto del nuestro.
Nuevas conjeturas referentes a los mundos planetarios, sus habitantes y sus producciones, hacia 1690

A través de un claro en las nubes de Titán se podrían vislumbrar saturno y sus anillos, con su color amarillo pálido, difuminado por la atmósfera interpuesta. El sistema de saturno está a una distancia del Sol diez veces superior a la de la Tierra, y, por lo tanto, la luz solar en Titán tiene sólo un uno por ciento de la intensidad a la que estamos acostumbrados, y las temperatura debería estar muy por debajo del punto de congelación del agua, aunque el efecto invernadero atmosférico fuera importante. Pero la abundancia de materia orgánica, luz solar y quizás puntos calientes volcánicos hace que no pueda eliminarse fácilmente la posibilidad de que haya vida en Titán. En un medio ambiente tan diferente, tendría que ser, como es lógico, muy distinta de la vida en la Tierra. No hay pruebas fuertes, ni a favor ni en contra, de la vida en Titán. Es simplemente algo posible. Pero no es probable que determinemos la respuesta a esta pregunta sin antes hacer aterrizar vehículos espaciales con instrumentos sobre la superficie de Titán. Carl Sagan

Dios es capaz de crear partículas de materia de distintos tamaños y formas... y quizás de densidades y fuerzas distintas, y de este modo puede variar las leyes de la naturaleza, y hacer mundos de tipos diferentes en partes diferentes del universo. Yo por lo menos no veo en esto nada contradictorio. Sir Isaac Newton. Óptica

El autor de la Naturaleza ha hecho imposible que en nuestro estado actual tengamos alguna comunicación desde esta tierra con los demás grandes cuerpos del universo; y es posible que haya cortado de igual modo toda comunicación entre los demás planetas, y entre los diferentes sistemas... Observamos en todos ellos cosas suficientes para provocar nuestra curiosidad, pero no para satisfacerla... No parece conforme con la sabiduría que resplandece a través de toda la naturaleza suponer que deberíamos ver tan lejos y que nuestra curiosidad debería ser excitada hasta el tal punto... sólo para quedar defraudado al final... Esto nos conduce, pues, de modo natural a considerar nuestro estado actual sólo como el alba o inicio de nuestra existencia, como un estado de preparación o de examen para futuros avances... Colin MacLaurin, 1748

Si se diera una fiel relación de las ideas del Hombre sobre la Divinidad, se vería obligado a reconocer que la palabra "dioses" se ha utilizado casi siempre para expresar las causas ocultas, remotas, desconocidas, de los efectos que presenciaba; que aplica este término cuando la fuente de lo natural, la fuente de las causas conocidas, deja de ser visible: tan pronto como pierde el hilo de estas causas, o tan pronto como su mente se incapaz de seguir la cadena, resuelve la dificultad, da por terminada su investigación, y lo atribuye a sus dioses... Así pues, cuando atribuye a sus dioses la producción de algún fenómeno... ¿hace algo más, de hecho, que sustituir la oscuridad de su mente por un sonido que se ha acostumbrado a oír con un temor reverencial? Paul Heinrich Dietrich, barón Von Holbach,
Système de la Nature, Londres, 1770.

No puede haber un lenguaje más universal y más simple, más libre de errores y de oscuridades... más digno de expresar las relaciones invariables de las cosas naturales [que las matemáticas]. Interpreta [todos los fenómenos] con el mismo lenguaje, como si quisiera atestiguar la unidad y simplicidad del plan del universo, y hacer aún más evidente este orden inalterable que preside todas las causas naturales.
Joseph Fourier, Teoría analítica del color, 1822

Miramos hacia el pasado a través de millones incontables de años, y vemos la gran voluntad de vivir que lucha por salir del fango situado entre las mareas, que lucha de forma en forma y de poder en poder, que se arrastra por el suelo y luego camina con confianza sobre él, que lucha de generación en generación por dominar el aire, que se insinúa en las tinieblas de lo profundo; la vemos levantarse contra sí misma con rabia y hambre y cambiar su forma por otra nueva, contemplamos cómo se nos acerca y se hace más parecida a nosotros, cómo se expande, se elabora a sí misma, persigue su objetivo inexorable e inconcebible, hasta alcanzarnos al final y latir su ser a través de nuestros cerebros y nuestras arterias... Es posible creer que todo el pasado no es más que el principio de un principio, y que todo lo que es y ha sido es sólo el crepúsculo del alba. Es posible creer que todo lo conseguido por la mente humana no es sino el sueño antes del despertar... Surgirán... de nuestro linaje mentes que volverán su atención a nosotros en nuestra pequeñez y nos conocerán mejor de lo que nos conocemos nosotros. Llegará un día, un día en la sucesión infinita de días, en que seres, seres que están ahora latentes en nuestros pensamientos y escondidos en nuestros lomos, se erguirán sobre esta tierra como uno se yergue sobre un escambel y se reirán y con sus manos alcanzarán la estrellas. H. G. Wells, El descubrimiento del futuro,
Nature, 65,326 (1902)

Con la banderas de los países del planeta Tierra sucede algo bastante curioso. Prácticamente la mitad de nuestras banderas nacionales llevan símbolos astronómicos (estrellas, soles, bóvedas celestes, símbolos de la Tierra, medias lunas y la constelación de la Cruz del Sur). El fenómeno es transcultural, no sectario, mundial. Y no está tampoco restringido a nuestra época; los sellos cilíndricos Sumerios del tercer milenio a. de C. y las banderas taoístas en la China prerrevolucionaria lucían constelaciones. No me extraña que las naciones deseen retener algo del poder y de la credibilidad de los cielos. Perseguimos una conexión con el Cosmos. Queremos incluirnos en la gran escala de las cosas. Y resulta que estamos realmente conectados: no en el aspecto personal, del modo poco imaginativo y a escala reducida que pretenden los astrólogos, sino con lazos más profundos que implican el origen de la materia, la habitabilidad de la Tierra, la evolución y el destino de la especie humana, temas a los que volveremos.